En la búsqueda de las sociedades libres
el hombre se sumerge en innumerables discusiones
como si se tratase de un submarino
que busca los milagros ocultos
en las oscuras entrañas de las marianas.
Discute con fervor, con pasión
y hasta da y quita en sacrificio
ofrendas de vida para el dios de sus argumentos.
Busca la libertad pero vive preso.
Vive preso en sus pasiones desenfrenadas,
en el yugo de su soberbia,
de su palabra avasallante y sorda,
tras la rejas de la incapacidad
de ver mas allá de sus propias razonas
y poder escuchar realidades contrapuestas,
preso en el sonido de su propio discurso
que se alimenta de la voz apasionada
de aquellos que hablan con la afinidad
a lo que se desea que sea
más allá de lo que la razón señala que deba ser.
Los verdes y nefastos gorilas que se alzan
y alcanzan las máximas cúpulas del poder,
los políticos podridos que envestidos
de lo que en su momento fue
la sagrada decisión de un pueblo que eligió,
los charlatanes inescrupulosos
que mueven a su antojo sus redes
ocultos en lo alto de una tarima,
los violentos que amenazan con su puño
a todo aquel que contravenga a su voluntad,
son tan solo seres malditos
que han logrado ver en nuestra propia
incapacidad de ser libres de nosotros mismos
una oportunidad de dar rienda suelta
a todo la crapulencia de sus ambiciones desmedidas.
En la búsqueda de las sociedades libres
olvidamos que nosotros mismos
somos nuestros propios captores
en la búsqueda de las sociedades libres
olvidamos que es la razón
lo que nos abrirá las rejas de nuestra cárcel;
seremos libres, realmente libres,
cuando actuemos basado en la ciencia
de los hechos que a través del tiempo
hemos vividos
y no movidos por la pasión por aquellos sueños
que se dibujan magníficos en nuestros cielos.
Por: Aquiles Gonzalez